Hoy celebramos la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Esta fiesta, y lo de ayer, Todos los Santos, están conectados por la misma promesa de vida eterna con Dios. Ayer celebrábamos que estamos seguros que algunos de nuestra raza están en el Cielo con Dios, por ejemplo, Santa María, San José, San Pedro y los Apóstoles, San Francisco, Santa María Teresa de Calcuta, Santo Padre Pio y otros. Veneramos a los santos porque ya ellos están en la presencia de Dios por la eternidad. La Iglesia propone que los veneremos como buenos ejemplos e intercesores para nosotros.
Hoy en la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos reconocemos en la Iglesia que la gran parte de nosotros somos débiles, pero todavía tenemos esperanza de vida eterna. Aunque pocos llegan a ser perfectos en esta vida, sino que llegan a sus muertes y tumbas manchadas con pecados, necesitamos algún periodo de purificación después de la muerte, y así enseña la Iglesia. Ese proceso de purificación se llama “Purgatorio” antes de que lleguemos a mirar la cara de Dios. Ya hace unos 500 años, la Iglesia, en el Concilio de Trento, afirmó este estado de purgatorio e insistió que las oraciones de los vivos en la tierra pueden ayudar los Fieles Difuntos en su purificación. En toda la historia de la Iglesia hemos reconocido la conexión continua entre los quienes todavía vivan en este mundo, y quienes son los Santos y los Fieles Difuntos.
El cuerpo, la carne nuestra, muere, pero creemos en la misericordia de Dios; y aceptamos las enseñanzas de Jesús respecto a nuestra Resurrección de cuerpo y alma en la vida eterna. Así creemos nosotros Cristianos Católicos.
Reconocemos que no todas las almas están en el Cielo, pero tampoco están en el Infierno. Están en Purgatorio, en preparación para el Cielo.
Los Protestantes reclaman que el “Purgatorio” es falso porque no esta en la Biblia. Sin embargo, el concepto de Purgatorio esta en muchas partes de la Santa Biblia. Un problema es que el vocablo “Purgatorio” es Latín. La Biblia fue escrito en Griego y Hebreo, no en Latín.
En el momento de nuestra muerte física es posible que todavía estamos aferrados a las cosas o los placeres del mundo. Quizás no podemos cambiar nuestra mirada hacia Dios. Quizás no hemos arrepentidos por nuestros pecados. Dios no nos va a forzar ir al Cielo. Tenemos que tener un sincero deseo estar con Él para la eternidad. Esta es decisión nuestra. Y si no hemos tomada esta decisión, o si no queremos tomar esta decisión, quizás no estamos listos para el Cielo en el momento de nuestra muerte. Yo espero que hay un Purgatorio, porque creo que lo voy a necesitar.
Jesús nos ha dicho que vamos a pagar el último centavo de nuestras deudas mortales. Eso no dice que vamos a ser condenados al Infierno. Tenemos que escoger el Infierno rechazando a Dios y sus Mandamientos, haciéndonos rebeldes como Adán y Eva.
Si no nos hemos hechos rebeldes o rechazados a Dios por la hora de nuestra muerte, entonces todavía vamos a necesitar ayuda, misericordia, una limpieza, una examinación o prueba para hacer sincero nuestra deseo para Dios en el Cielo. Si no tenemos un deseo para el Cielo que es mas fuerte que nuestro deseo para este mundo, ¿como es posible que entremos al Cielo? Tenemos que escoger fuertemente a Dios en el Cielo. De otra forma no es automático entrar al Cielo. Tenemos que escogerlo con toda nuestra alma y en nuestras acciones.
Hoy recordamos a nuestros queridos difuntos. Estamos tristes por haber perdido a ellos en nuestras vidas. Puede ser que sentimos algún alivio que ellos ya no sufren de alguna enfermedad o dolor. Esperamos que ellos pueden ir al Cielo.
Desde tiempos antiguos la Santa Iglesia nos urge rezar para la salvación eterna de los fieles difuntos. Podemos ayudarles pagar sus deudas para su salvación con nuestras sacrificios, devociones y oraciones. Es por eso que rezamos para las almas en el Purgatorio. Esta tradición es original a la Iglesia y viene de las tradiciones de los Judíos. En el libro de 2 Macabeos (cap. 12:43-44) en el Antiguo Testamento leemos de Judas, un líder Judío, pidiendo de sus soldados una colecta y oraciones y sacrificios por el pecado y la salvación de sus colegas quienes perdieron sus vidas en una batalla,
Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos.
Los Protestantes frecuentemente no saben de esta escritura pues que en el siglo 15 Martin Luther eliminó siete libros de la Biblia, incluyendo a Macabeo.
Del libro de Sabiduría escuchamos hoy en la primera lectura,
Las almas de los justos están en manos de Dios y no los alcanzara ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y sus salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaban que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios puso a prueba y los halló dignos de sí.
Vamos a ser sometidos a la prueba, y después seremos recibidos al Cielo por Dios.
Somos perdonados de nuestros pecados por nuestro Bautismo. Si caemos otra vez en pecado, entonces podemos recibir perdón en la Confesión. Tenemos que hacer penitencia, y la penitencia es parte de cada Confesión.
No podemos ganar al Cielo por nuestros propios méritos y esfuerzos. Siempre tenemos que buscar la Misericordia de Dios. También contamos con las oraciones a Dios y las intercesiones de los Santos para nuestra bien. Como Cristianos somos capaces de ayudar a todas las almas en el Purgatorio. Eso es un acto de amor.
El Purgatorio no es el Infierno. Tampoco es un lugar de fuego. El purgatorio no es una vecindad del Infierno, ni cerca al Infierno. Purgatorio es el lugar del Amor de Dios. El Amor Divino de Dios nos va a limpiar quemando con amor todas nuestras atracciones al mundo, sus bienes y placeres. Si tenemos demasiadas atracciones a las cosas y placeres del mundo, quizás tendríamos mucha dificultad en Purgatorio. Últimamente vamos a tener que elegir entre el Amor de Dios y nuestro amor al mundo. Si nos queda mas penitencia que debemos hacer, la vamos a cumplir en Purgatorio. Es un acto de amor que quizás será difícil para nosotros cuando se nos acerca nuestra muerte. Debemos resolver estos asuntos en esta vida, pero los terminaremos en Purgatorio. Podemos hacer penitencia aquí, en el Purgatorio, o los dos lugares, pero lo vamos a cumplir. Y también podemos hacer penitencia para las almas y en Purgatorio para que pueden salir. Rezamos para nuestros fieles difuntos.
Como Jesús dijo en el evangelio,
Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre.