Tengo un nieto, Gabriel. Hace unos años, poco antes de que yo era ordenado sacerdote, llegó el momento para Gabriel preparar para su Primera Comunión. El y yo estábamos hablando de su primera Confesión. Gabriel me comentó, “Abuelo, imagínate, ¡que tan bueno será cuando tu ya seas sacerdote y que yo pueda confesarme contigo.”
Yo no estaba preparado para esta conversación. Respondí yo a él, “Gabriel, yo quiero ser tu abuelo, no tu sacerdote. Será mejor si tu vas a confesar con otro sacerdote.”