Jesús dice,
“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano.”
Somos centinelas, uno para el otro, para ayudarnos mutuamente a llegar a la vida eterna en el Reino de Dios. Dios quiere que somos sus compañeros con El en la salvación del mundo.
En la primera lectura, escuchamos Dios decir al profeta Ezequiel,
“Si yo pronuncio sentencia de muerte a contra un hombre, porque es malvado, y tu no lo amonestas para que se aparte del mal camino, el malvado morirá por su culpa, pero yo te pediré a ti cuentas de su vida.”
En el transcurso del año pasado hemos hablado mucho sobre el pecado. El pecado original sucede cuando escogimos el mundo mas que a Nuestro Dios. Hemos hablado de los Siete Pecados Capitales. Hemos hablado de “No Robar Clips”, y la necesidad de tener un moral personal con estándares altas. Se dicen que el honor consiste en hacer el bien cuando nadie esta mirando. Necesitamos entender el pecado. Necesitamos tener preferencia al bien siempre, en contra al pecado. (Se puede escuchar mis homilías sobre estas temas en el sitio web de la parroquia.)
Hoy, la Palabra de Dios nos enseña que compartimos la responsabilidad para el moral y la salvación de nuestros hermanos. Y si no hacemos nada a ayudarles y corregirles, entonces vamos a compartir su culpabilidad por nuestro silencio.
Si somos testigos a un robo, o “cheating” en la escuela o algún acto inmoral, y no decimos nada, somos cómplices en los ojos de Dios.
San Pablo nos hace recordar los mandamientos de Dios, que ordenan,
“No cometerás adulterio, no robaras, no mataras, no darás falso testimonio, no codiciaras …”
y todos los otros mandamientos.
Dios y su hijo Jesús, nos están llamando a una vida eterna, una vida moral, a vivir con ellos eternamente. Eso requiere que todos amamos a nuestro prójimo.
Y San Pablo dice,
“No tengan con nadie otra deuda que el amor mutuo, porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley.”
Y dice que todos los mandamientos de Dios se resumen en este:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo, pues quien ama a su prójimo no le causa daño a nadie. Así pues, cumplir perfectamente la ley consiste en amar.”
Mat 18:15-20