A veces, cuando estoy celebrando la misa, consagrando el pan y el vino para que se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, me miro a mi mismo, pensando, “Yo no Soy Capaz de Hacerlo”, o “¿Quién piensas que eres?” Y miro a la gente y me pregunto ¿cómo puedo yo dar a la gente lo que ellos necesitan?
En otros momentos, cuando estoy ungiendo a un enfermo, o una persona quien esta muriendo, me miro y contemplo ¿como es posible que este rito puede servir a esa persona quien se esta enfrentando consecuencias difíciles o aun su muerte? ¿Qué esperanza le puedo yo compartir con ellos?
En estos momentos me siento muy pequeño ante misterios tan grandes, como los misterios de los sacramentos que estoy presentando. Es como me pregunto, “¿Cómo es posible?”
Es mas. Miro las caras de las personas presentes, quienes se han presentados en misa o un sacramento. Su presencia es un acto de esperanza y fe. “¿Cómo puedo yo hacer tanto para la gente?” Yo no puedo hacerlo.
Aquí se presenta algo mucho mas grande que mi en estos momentos sacramentales. Es una cosa grande. Y yo soy pequeño e incapaz.
Estoy como Felipe en el evangelio cuando Jesús iba dar a comer a 5,000 personas.
Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe:
“¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?”
Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”.
Como sacerdote, muchas veces me siento no adecuado para la tarea que me esta presentando. La situación me deja abrumado y me siento incapaz frente a una imposibilidad. ¿Como puedo yo servir tanto a tanta gente?
Una situación similar ocurrió en el Antiguo Testamento cuando Elisha recibió la oferta de panes de su criado.
Entonces Eliseo dijo a su criado:
“Dáselos a la gente para que coman”.
Pero él le respondió: “¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?”
Fue similar a cuando Felipe respondió a Jesús con respecto a la imposibilidad de dar a comer 5,000 personas.
Eliseo insistió: “Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor:
‘Comerán todos y sobrará’ ”.
El criado repartió los panes a la gente; todos comieron y todavía sobró, como había dicho el Señor.
El Cuento de Eliseo multiplicando los panes es una anticipación de Jesús multiplicando los panes para dar a 5,000 personas. Se presenten ambos cuentos para mostrarnos el misterio de la Santa Eucaristía, y la abundancia del amor que Dios tiene para nosotros, y la abundancia de Gracia que El quiere darnos.
Una de las lecciones es que es el Señor quien hace las obras y milagros, no el hombre. En la Iglesia decimos que el sacerdote ofrece la misa y los sacramentos “in persona cristi”. En el Catequismo de la Iglesia leemos que, “Solo Cristo es el sacerdote verdadero, los demás son sus ministros.”
En el sacerdote Cristo mismo esta presente a su Iglesia como Cabeza del Cuerpo, Pastor de su rebaño, Sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad. Es así que la iglesia dice que el sacerdote, en virtud de su sacramento de sagrados ordenes se hace “in persona Cristi Capitis….”
San Tomas Aquino nos dice,
“Es el mismo sacerdote, Jesucristo, cuyo sagrada persona esta representado en su ministro. Ahora el ministro, por su consagración sacerdotal que ha recibido, es en verdad hecho como el Alto Sacerdote y posee la autoridad para actuar con el poder y en el lugar de la persona de Cristo mismo. Cristo es la fuente de todo sacerdocio: el sacerdote de ley antigua fue una figura de Cristo, y el sacerdote de la nueva ley actúa en la persona de Cristo.”
Por lo tanto, cuando yo tengo dudas, siempre es valido la Santa Misa, porque es Jesús quien esta presente en mi. Yo no lo hago. Yo no tengo ningún sacerdocio, sino participo en el sacerdocio de Jesucristo. No se trata de mis poderes, sino los de El. El milagro de los sacramentos vienen de El. No tengan dudas de los sacramentos de la Iglesia. Es Jesús quien dio a comer a los 5,000, no Felipe ni los Apóstoles. No fue Elisha quien multiplico a los panes, sino Dios.
Entonces, cuando yo sufro mi dudas con respecto a los sacramentos, tengo la satisfacción que estoy ordenado, consagrado por la Iglesia, por El Espíritu Santo en Cristo Jesús. Sigo adelante obediente a la Iglesia y Cristo. Rezo. Pido ayuda de Cristo. Últimamente en el sacramento de ordenación, y las promesas que vienen con ello. Dios va proporcionar para Uds. y para mi, todo lo que necesitamos, como lo hizo con los Israelitas en el desierto, y cuando ayudo a Eliseo dar a comer con pocos panes, y Jesús dio a comer a los 5,000 con solo 2 pescados y 5 panes.
A lo mejor es similar con Uds. en sus vidas en la familia o en sus tribulaciones, como cuando sufren de enfermedades, o en su trabajo o en su matrimonio. Quizás experimenten que son pequeños frente el reto; que el riesgo es demasiado o abrumante. Se pierde esperanza. Se hacen deprimidos. Piensen que van a fracasar, o que han fracasado.
A veces los unidos en Sagrado Matrimonio pierden su esperanza en su matrimonio, en su pareja o en ellos mismos. Yo no puedo seguir mas. En estos momentos debemos recordar que debemos depender en Cristo quien se unió con nosotros en el matrimonio sacramental.
Precisamente en estos momentos débiles es cuando Dios puede hacer algo con nosotros. Es mas difícil para Dios hacer algo con nosotros cuando estamos auto-suficientes; como que somos nosotros capaz de manejar las situaciones. Dios viene cuando mas lo necesitamos y nosotros no lo podemos hacer las cosas, y somos honestos en decirlo a nuestro Dios. Allí es cuando rezamos pidiendo su ayuda, y rezar como en el Salmo,
Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor de quien lo invoca.
R. Bendeciré al Señor eternamente.
Pero, nosotros tenemos que reconocer primero nuestros debilidades y pedirle Su ayuda. Dios no vendrá a ayudarnos si no lo invitamos.