El año pasado, en Julio, iniciamos una serie de homilías examinando los Siete Pecados Capitales, y ya hemos revisado cinco de ellos: El pecado de la Ira, la Avaricia, la Envidia, la Gula, la Pereza. (Los pueden leer o escuchar el audio de estas homilías con su celular o computador en el sitio Web de la parroquia) Nos falten dos mas pecados para terminar: La Lujuria y el Orgullo. Hoy vamos a examinar la Lujuria.
La iglesia ha contemplado los Pecados Capitales desde el tiempo de Jesús y los apóstoles. La lista inicial de Pecados Capitales nos la dio San Pablo.
El pecado, en términos sencillos, no es nada mas que un acto malo. Es un acto contra el amor y contra Dios. El pecado es siempre una decisión personal que nos separe de nuestro Dios. Todo pecado es serio, pero hay pecados mas serios que otros, los Capitales, y las Mortales, que nos matan eternamente.
Recuerden, no hay vida eterna aparte de nuestro Dios. Solo hay vida eterna con Dios. Solo Dios es eterno. El pecado mortal nos separa de nuestro destino: El cielo y nuestra salvación con Dios. Así perdemos la Vida Eterna. Somos siempre libres de escoger o no escoger estos pecados según las decisiones y actividades diarias que todos hacemos. Así formamos hábitos de pecados o de virtud.
Vamos a continuar hoy con el Pecado Capital de la Lujuria. Cuando hablamos de Lujuria, nos referimos generalmente a la impureza. La impureza es un vicio vergonzoso porque cambia un poder bueno y hermoso por el pecado. Dios hizo el sexo y por tanto el sexo es bueno y bendito cuando lo usamos bien, y peligroso cuando lo dejamos descontrolado.
El vicio de Lujuria se opone a la castidad. La castidad es un virtud, definido por Santo Tomas Aquino como la virtud que regula los deseos y placeres sensuales de los casados y los prohíbe absolutamente a los solteros. Por lo tanto, la Lujuria o la impureza es buscar placeres ilegales, especialmente con el sentido de tacto. Los pecados de impureza profanan el alma y el cuerpo, que es el templo del Espíritu Santo, su tabernáculo, destinado a la resurrección del cuerpo.
La impureza se envuelve alrededor de nuestros sentidos y por medio de ellos entra a nuestra alma. Nos ciega a los valores espirituales, opaca nuestra mente, debilita nuestra voluntad y nos lleva a preferir nuestra voluntad mas que la voluntad de Dios. La Lujuria incluye la fornicación, el adulterio, la pornografía y la masturbación.
Cuando dos personas comienzan a enamorarse, es un momento bonito, bendecido por Dios. La atracción que se sienten es un don de Dios. Sin esta atracción nuestra raza acabara para siempre. Pero esta atracción debe ser sometida a un control personal fuerte. Un hombre soltero cuando experimenta esa atracción hacia una mujer soltera, debe saber distinguir entre el amor que preserva el bien y crece en amistad, del amor desordenado que solo es para placer.
Cuando el sexo se inicia entre una pareja no casada, la voluntad se hace débil, y la amistad deja de madurar entre ellos. Aprenden a no practicar el auto control entre ellos. Si no aprenden a fortalecer su auto control como novios, ¿cómo lo van a tener después como pareja casada? Deben aprender el control de fidelidad y castidad como novios. Quizás tienen un placer personal por un tiempo pero pierden la pista de su relación. Así comienza débil la relación, no madura a ser mas fuerte su amistad. Solo con la castidad puede madurar esa amor para formar un matrimonio fuerte y solida.
La impureza es la misma entre heterosexuales como homosexuales. El pecado es el mismo, con actividades desordenados y fuera de lugar. Estos no pueden resultar en el bien, ni para ellos mismos, ni para la comunidad.
A la impureza a menudo la persiguen otros males. Ciega la mente y pervierte la voluntad. En vez de hacer crecer el amor, endurece el corazón en favor del placer personal. Causa mucha inestabilidad en las personas quienes practican la impureza. Por ejemplo, la Unión Libre no es estable nunca; no es unión, no es libre. Es mentira, y los individuos ya lo saben, pero se sienten presos. La Unión Libre es sexo sin compromiso. Sexo sin compromiso y responsabilidad es una enfermedad en la comunidad, que muchas veces deja mujeres y niños en pobreza y sin esperanza. Es la causa de muchos abortos, sacrificios y matanzas de niños inocentes por el placer personal. Es difícil que las personas en una Unión Libre se aman el uno al otro y maduren espiritualmente a lo largo de la vida. Es una calle ciega, sin salida.
Sin embargo, el sexo es bueno. La emoción es bonita. Pero, la atracción entre novios es un fuego ardiente y los puede quemar. En la historia humana, las personas han aprendido esta lección. Con padres serios, los jóvenes no deben hacerse novios serios (o “Going steady”) hasta cuando el matrimonio sea posible en un tiempo razonable. Muchos padres no permiten a sus hijos e hijas tener novios hasta que están de la edad y situación económica para asumir responsabilidad para sus acciones, incluyendo a los bebes que resulten.
Las emociones del sexo no son pecados, pero tenemos que aprender como controlarlos, especialmente con la virtud de la castidad. Con la castidad aprendemos a vivir con las emociones sin que nos hagamos presos de nuestras pasiones. Nuestras pasiones no nos deben controlar, sino nosotros a las pasiones, con nuestro compromiso a la castidad.
Crecer en castidad requiere la guía de nuestros padres para establecer prioridades y controles en nuestras vidas.
Cuando revisamos nuestras prioridades es cuando nosotros comenzamos a ver claramente si estamos viviendo de modos contrarios a la castidad.
Por ejemplo, la pornografía nos hacen perder control de nuestra voluntad. La música popular y el cine son muchas veces en contra a la castidad. Aun la forma en que nos presentamos puede ser peligroso. No es ningún accidente que las mujeres musulmanes se cubran, y solo se muestren a sus maridos. Ellos entienden algo de la castidad. He tenido la experiencia observando la madurez espiritual de una mujer cuando ella admite de vestirse con vestidos demasiados cortos. La mujer que muestra demasiado pecho en publico o en la iglesia no tiene derecho a sentirse violada si los hombres la miran a su pecho. ¿Quien es culpable? ¿El quien fue hecho por Dios a tener atracción a la mujer? O ¿la mujer que se descubre demasiado? Padres, ensenen a sus hijas el poder que esta desarrollándose en sus hijas adolescentes. Muchas muchachas no tienen la mínima idea de la emoción que pueden causar en un hombre cuando muestren demasiado piel. Ensenen a sus hijos a tener respeto a las muchachas, y a si mismos.
Nuestros hábitos y diversiones deben reforzar nuestra virtud de castidad, pero muchas veces nos causan perder fuerza y nos debilitan sin darnos cuenta.
La única persona quien puede separarnos de Dios es nosotros mismos. Dejar que nuestras emociones nos controlen es inmaduro, y abre la puerta al pecado. No cometan el pecado de lujuria. Sean puros y respetuosos. Aprendan del Señor Jesús que la opción a la lujuria es la castidad.
Mateo 13:1-23