La Pascua es tan grande, tan profundo que es un misterio sin fin. Se requiere mucha atención, meditación y oración para comprender el misterio de la Pascua. En toda nuestra vida no podemos comprenderlo. Para comprender la Pascua se requiere la perspectiva del punto de vista de un Padre, de Dios Padre.
Vamos a usar un ejemplo desde la perspectiva que tenemos en nuestras vidas. Se nace un niño. Amamos al bebé. Lo miramos crecer el bebé. Lo conocemos a un año, 5 años y 10 años de edad. Luchamos con el niño hasta se hace un adolescente y un joven adulto. Nunca podemos conocer el adolescente si solo lo conocíamos como infante. Cuando conocemos el adolescente y joven adulto tenemos mucho conocimiento de la persona desde infancia hasta adulto. Así tenemos la perspectiva. Los padres siempre tienen mas perspectiva que sus hijos. Nuestro Padre en el cielo siempre tiene mas perspectiva y comprensión de nuestras vidas que es posible tener nosotros. Nuestro Padre en el Cielo sabe que por nuestro Bautismo nosotros tenemos mucho mas vida que podemos anticipar aquí, ahora. Nuestro Padre nos conoce eternamente.
La perspectiva nos permite ver claramente un momento o una situación y también ver mas allá en tiempo o en espacio. Es como nuestra visión de una carretera larga; podemos ver lo que esta frente a nosotros, y lo de lejos y todos los puntos entre el mas cercano y el mas lejos. La perspectiva nos da mas comprensión de todo los puntos que observamos.
A veces nos encontramos parados, paralizados en nuestra madurez espiritual y no progresamos. Todos conocemos a personas, como niños quienes no pueden crecer y madurar como Cristianos mas que la Navidad. La Pasión, la Crucifixión no lo entienden. No pueden comprender. “¿Por que tenia que morir?”
La Pascua comienza con un hombre, Jesús de Nazaret, quien es crucificado. Ya comprendemos que Él es el Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María. Pero lo observamos sufrir y morir cruelmente.
Pero, si prestamos atención observamos que Él es el Mesías quien tenia que sufrir y morir para nosotros, para el perdón de nuestros pecados. ¡Y resucitó! La Muerte no pudo detenerlo. La Muerte fue destruida. Ya no puede Cristo morir más. La Muerte ya no tiene mas poder.
Y él nos prometió que también nosotros vamos a resucitar si creemos en él y seguimos sus mandamientos. Comprendemos que por nuestro Bautismo hemos sido librados. Nos prometió la vida eterna.
El continuaba viviendo de entre sus discípulos después de la Resurrección. Caminó y comió con ellos unos cuarenta días mas, dándoles mas instrucciones y comprensión. Él les dio mas perspectiva de la vida eterna.
Después ascendió al cielo, porque es Dios. Vino de Dios y vuelve a Dios porque Jesucristo es Dios. Luego nos mandó el Espíritu Santo en el Pentecostés, cincuenta días después de su Resurrección. Nos enseña que todo eso pasó porque él quería conquistar a la Muerte para nosotros, también. Eso es el misterio de la Pascua.
Es difícil tener la perspectiva de la Resurrección desde la Navidad. Él vino para darnos vida eterna. Él vino para darnos vida en los sacramentos: El bautismo, la Confirmación, y la Eucaristía. Él escogió el misterio de vivir Dios entre nosotros.
Desde la Navidad es difícil comprender la Pasión y Crucifixión. Desde Calvario es difícil comprender La Ascensión. La Pasión no tiene ningún sentido sin la Ascensión y Pentecostés. De la perspectiva de la Ascensión y Pentecostés, ahora podemos comprender mas el Calvario y la Navidad. La Perspectiva.
Con la perspectiva de nuestra Fe comenzamos a comprender el misterio de la Pascua, y porque cada año la Iglesia toma siete semanas para contemplar el misterio. Y contemplamos la promesa de Jesús de quedar entre nosotros, diciendo,
“No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes.
Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero Uds. si me verán, porque yo permanezco vivo y Uds. también vivirán.
En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, Uds. en mi y yo en Uds.
El que acepta mis mandamientos y los cumple, ese me ama.”
Él vive en nosotros, y a nosotros nos convierte en tabernáculos de Dios. Quizás esto no nos hace perfectos, pero si nos hace salvados.
Gracia a Dios