Quizás Uds. han experimentado cuando una persona ha muerto, un padre o madre, o un hijo o hija o un marido. Ya ha muerto. Y viene la ira en contra a Dios. Uno grita, pegando quizás al ataúd, “Dios mío, ¿porque lo llevaste?” Gritando y llorando, “¿Como es posible que Dios permitió su muerte?” “¡Dios no nos ame!” “¡Dios no es justo!”
Es como nuestro Dios es el autor de la muerte. O quizás Dios permite la muerte con indiferencia a nosotros. O que Dios no existe.
Vamos a volver al inicio de Cuaresma, Miércoles de Ceniza. Se acuerda cuando el sacerdote marca a nuestros frentes con ceniza, diciendo,
“Acuérdate de que eres polvo y a polvo has de volver”.
¿Por qué? No se olviden que Dios no nos creó humanos para morir, sino para vivir en amistad con El eternamente. Sin embargo, nuestros primeros padres, Adán y Eva, perdieron la vida eterna por ser rebelde a Dios. Así ellos perdieron la amistad de Dios y rechazaron sus bendiciones. Solo podemos tener vida eterna con Dios. No hay vida eterna sin Dios. Dios no es el autor de la muerte, sino nosotros, por el pecado. El pecado, la muerte, y el miedo de la muerte son herramientas del demonio para destruir a nosotros.
Toda la Biblia se trata del amor de Dios para nosotros, y su tristeza causado por nuestra resistencia o indiferencia a Él. Y la biblia cuenta cuantas veces nos llame a volver con El. En la primera lectura, escuchamos de Dios,
«Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel.
Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor.
Entonces les infundiré mi espíritu y vivirán, los estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí».
En Cuaresma cada año estamos invitados a considerar y enfrentar nuestra muerte y nuestra debilidad y volver a Dios.
Para Jesús, la muerte es como dormir. Cuando murió Lázaro, Jesús anuncio a sus discípulos,
«Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo.
Cuando los discípulos no entendían, Jesús les aclaro,
«Lázaro ha muerto ….”
Cuando la hermana de Lázaro, Marta, en su luto, reclamo a Jesús, ella le les dijo,
«Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Ya sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.”
En Cuaresma, nos presenta otra vez con el tema de muerte. Pero, con oración y ayuno y sacrificio estamos presentados también, con el amor de Dios quien quiere que no lo rechazamos. Debemos creer sus palabras,
«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.”
“Quien cree en mí, no morirá para siempre.” Cada domingo decimos las palabras que nos puede salvar, el Credo. Decimos las palabras que nos puede salvar, “Creo ….”