Dios quiere que compartamos con Él la vida divina de la Santa Trinidad. San Pablo nos dice hoy, hablando a los bautizados de la iglesia,
“Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que Dios habita verdaderamente en Uds.”
Vivir con Dios es una decisión personal. Pero, no todos escogen vivir con Dios en el Espíritu.
Hace unos días, se reportó en la prensa que el Papa Francisco mandó aviso de excomunión a la mafia, sus líderes y los quienes apoyan las actividades de la mafia.
El papa Francisco dio un paso más en su oposición frontal a la mafia. El Papa habló delante de decenas de miles de vecinos de Calabria en Italia, la tierra de la mafia, el lugar donde el pasado mes de enero Cocò, un niño de tres años, fue asesinado y carbonizado junto a su abuelo durante la escenificación macabra de un ajuste de cuentas.
Dijo el Papa que la mafia “es la adoración del mal, el desprecio del bien común. Tiene que ser combatida, alejada. Nos lo piden nuestros hijos, nuestros jóvenes. Y la Iglesia tiene que ayudar. Los mafiosos no están en comunión con Dios. Están excomulgados”.
Acuérdense Uds. que solo Dios es eterno. Solo pueden tener la vida eterna con Dios, en comunión con Dios. Aparte de Dios la vida eterna es imposible.
El Papa declaró su excomunión. Pero el Papa no los hizo excomulgados, sino declaró la verdad que los mafiosos escogieron, por su propia decisión y acciones, apartarse de Dios. Ellos se excomulgaron a sí mismos. El Papa Francisco dijo, “Los mafiosos no están en comunión con Dios.”
Aquella acción por el Papa tiene su fundamento en el evangelio de la semana pasada, cuando Jesús cambió el nombre de Simón, diciendo,
“Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos:
lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo,
y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.”
San Mateo hizo recordar a la iglesia de su autoridad sobre el mal; autoridad otorgada por Jesucristo. Los mafiosos ahora están desatados en la tierra y en el cielo. No están en comunión con Dios. Se acuerdan de las palabras de San Pablo,
“Pues si ustedes viven de ese modo (Con el mal), ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.”
Estamos rodeado del mal. Eso no debe ser sorpresa a nadie. San Pedro enseñó,
“Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar.”
De vez en cuando una persona se presenta a mi diciendo que ellos habían observado a unos malos espíritus alrededor de nuestra iglesia. Es como ellos quieren espantarme. Yo les respondo, “Por supuesto están aquí atacando y buscando como hacernos caer. ¡Nos odian! Pero no tengo nada de temor de ellos.
No les hagan caso. ¿Qué pueden hacer contra una persona quien no falte la misa, a una persona que comulga cada vez que puede y confiesa con regularidad? ¡Estamos a salvo! Estos espíritus son unos espíritus inútiles. Jesús nos dijo varias veces, “No tengan miedo.” No les tienen miedo, Uds. ¡No les hagan caso a esos espíritus de mal! ¡Si, existen! Pero ¡no son nada! No tienen ninguna fuerza si Uds. no les hagan caso y practican su fe.”
Los demonios siempre buscan como hacernos caer. El problema con cualquier tipo de superstición, brujería, santería o curanderos, es que estas actividades les hacen caso a los demonios y sus colegas. Eso es pagano. Traten de mezclar Cristiandad con paganismo. Estas actividades abren la puerta al mal en nuestras vidas. Mi pueblo, ¡Tengan cuidado! No pasen huevos sobre los enfermos. No muestren la imagen de La Santa Muerte. No es Santa, pero si ¡es la muerte! Estas cosas nos contaminan y abre las puertas al mal, y desprecia a Dios.
Quiero también hablarles sobre la Confesión, ahora que Cristo nos ha dado a la iglesia autoridad sobre el mal y el pecado. Es demasiado obvio a un sacerdote cuales personas participen en el Sacramento de Reconciliación, la Confesión. Es demasiado fácil observar la diferencia entre personas quienes confiesen regularmente y los quienes no confiesen con regularidad. ¿Que será la diferencia?
La sensibilidad al pecado. Las personas quienes no confiesen con algo de regularidad pierden, poca a poco su sensibilidad del pecado.
Vamos a usar la imaginación. Vamos imaginar que cada día te despiertas y no te bañas, y pones cada día la misma ropa que usaba en los últimos días, incluyendo a los interiores y medias. Quizás la primera semana será difícil. Pero, después de unos días, tu ya no detectes nada extraño. Con cada día que pasa pierdes algo de sensibilidad, hasta que no sabes que estas sucio y oloroso. También, no puedes distinguir en otros si son sucios o no, porque han perdido ese sentido.
Es así con el pecado. Si no tienes el hábito de examinarse y limpiarse tu conciencia con frecuencia, y pedir perdón de la iglesia, pierdes la sensibilidad. Llega el momento en que ya no te conoces a ti mismo. Aunque los demás pueden verte con mas claridad, no es obvio a ti. El pecado nos hace ciegos e insensibles. Pierdes tu brújula moral. Así son los mafiosos. Ciegos a sus pecados.
Es por esta situación que Jesús dio a su iglesia la autoridad sobre el pecado y los sacramentos. Por nuestra salvación nos llama a confesar nuestros pecados, pedir perdón y hacer reparación y penitencia. Eso es el mensaje de los apóstoles, que nos reconciliamos y comulgamos para vivir en el reino del cielo por la eternidad.
Recientemente, salió unos fotos del Papa Francisco caminando por la Basílica de San Pedro. En la Basílica hay muchos confesionarios, y siempre tienen sacerdotes confesando en varias idiomas y a todas horas. De repente el Papa Francisco acercó a unos de los confesionarios y los fotógrafos tomaron fotos del Papa confesando. Estos fotos salieron en la prensa y en el Internet.
El Papa se conoce bien a si mismo. Papa Francisco entiende el pecado. Papa Francisco informó la excomunión a los mafiosos.
Mt 11:25-30