Uds. me han escuchado hablar de la madurez espiritual. Normalmente, se trata de conocerse bien, hasta reconocer que hay algo sumamente mas grande que nosotros. O sea, que se trata de la Humildad. Hoy, las escrituras hablan de la importancia de la Humildad, de conocer su pequeñez. En el libro de Eclesiástico, un libro del grupo de libros llamados “Literatura de Sabiduría”, escuchamos,
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
y te amarán más que al hombre dadivoso.
Hazte tanto más pequeño cuanto más grande seas
y hallarás gracia ante el Señor,
porque sólo él es poderoso
y sólo los humildes le dan gloria.
Me imagino que la mayoría de nosotros conocemos a personas quienes no quieren venir a Misa, y quienes parecen autolimitado por su orgullo, su machismo. Eso es un signo obvio de la falta de madurez, madurez espiritual. Su limite es su orgullo, su falta de humildad sincero. Se nota mucho en gente quienes son adictos a alcohol o drogas. O, también se nota en “Bullies”, gente quienes manipulan a los demás con su ira. Se nota cuando personas traten de intimidar a los demás. No hablamos con suficiente frecuencia de la humildad.
En el Evangelio, Jesús enseña sobre la humildad con su parábola del huésped al banquete de una boda. Dijo Jesús,
“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.
Cuando encontramos el machismo en un hombre, estamos encontrando una persona deshonesta. Su apariencia de fuerza es falsa, una mentira. La Fuerza Real requiere una honestidad, una moralidad honesta.
Muchos piensan que la moralidad es una debilidad. Pero, en verdad, la fuerza real es una moralidad honesta. Eso es la humildad.
O sea, esta virtud de humildad solo es posible si aceptamos que hay una realidad mas grande que nosotros; un poder mas grande, mas fuerte, mas noble y mas profundo que nosotros, siempre. Cuando encontramos la Fe honesta, es cuando aceptamos a nuestra humildad frente a Dios, siempre. Esto no es bien aceptado en el mundo. El mundo considere esta humildad como falsa, y solo valúa la imagen de fuerza y poder. El libro de Eclesiástico dijo,
No hay remedio para el hombre orgulloso,
porque ya está arraigado en la maldad.
El hombre prudente medita en su corazón
las sentencias de los otros,
y su gran anhelo es saber escuchar.