Con frecuencia Padre Alex y yo nos reunimos para preparar nuestras homilías compartiendo y discutiendo las lecturas para las Misas el fin de semana.
Cuando nos reunimos este semana para compartir las escrituras para esta fin de semana, Padre Alex me hizo un comentario que me causo a reflexionar. El comento que celebramos la Navidad y la Pascua, pero tenemos la tendencia de tratar el día del Espíritu Santo, el Pentecostés, como un domingo común y corriente.
No era así en los principios de nuestra Iglesia. Sino ellos trataban al Espíritu Santo como compañero. El libro de Hechos esta lleno de referencias al Espíritu Santo, como lo vemos hoy. Siempre estaba presente. Siempre estaba activo en la Iglesia primitiva.
Debemos aprender a reconocer el Espíritu Santo, abrirnos al Espíritu Santo, escuchar el Espíritu Santo, e invitar al Espíritu Santo a toda nuestras actividades, con una intención alerta. Si lo buscamos El Espíritu Santo nos va a guiar siempre a la mejor solución. Si lo ponemos resistencia, vamos a perder mucha energía y frustrarnos con nuestras propias agendas, orgullo e egos. Lo que yo he notado es que cuando seguimos al Espíritu Santo, el camino muchas veces es mas suave y fácil. Cuando insistimos en nuestros caminos, con frecuencia nos encontramos frustrados.
Eso es lo que observemos en la primera lectura del libro de Hechos de los Apóstoles, que describe los principios de nuestra Iglesia. Pablo y Bernabé se encontraban con un problema serio.
En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse.
Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé….
Después de todo su trabajo de convencer a los paganos en varios países y ciudades a dejar sus ídolos y aceptar a Jesucristo, llegaban estos otros discípulos, Judíos-Cristianos de Jerusalén causando confusión: Que los nuevos cristianos, ex-paganos, no estaban salvados, a pesar de su bautismo y confirmación, porque no se hicieron como los Judíos. Mientras tanto, los Cristianos Judíos de Israel, creyeron que la religión de Moisés vino de Dios, y fue todavía vigente para todos, Judíos y no Judíos. Pero, que todavía tenían todos los paganos que ser Judíos fieles, hasta la circuncisión, para ser cristianos salvados. Eso causo un problema grave, una división grande en la Iglesia en sus primeros años.
Hay que entender mejor el problema para ambos partes. Mucho del problema se trataba de la manera que Judíos y paganos vivían. Era casi imposible para ellos compartir una cena juntos. Los paganos eran mucho mas tolerante del sexo, hasta entre familiares. Los Judíos estaban mucho mas estricto con practicas sexuales, y tenían muchos prohibiciones fuera del matrimonio. También, los Judíos tenían reglas estrictas con respecto a su comida. Ningún Judío podía comer carne consagrada a los Dioses paganos en los templos sagrados. Casi todo la carne en una ciudad pagana venia de las carnicerías relacionadas con los templos paganos. Los Judíos no podían tomar la sangre de animales, o la carne de animales cocido en su propia sangre. O sea, fue casi imposible que una familia Judío iba comer en casa de un pagano.
¿Que será la solución? Todos estaban frustrados. Estaban bautizados en Cristo todos, pero no podían vivir juntos.
Pablo y Bernabé decidieron a preguntar a la Iglesia, a los apóstoles en Jerusalén. También en Jerusalén encontraban muchos Judíos-cristianos en contra a admitir los nuevos cristianos gentiles a la comunión de la iglesia sin la circuncisión. La ley y tradición de Moisés era también de Dios. El bautismo no fue suficiente según su criterio. Lo que paso fue un ejemplo en que la iglesia consulto al Espíritu Santo. Fue un discernimiento. Si no podían encontrar una solución, existía un problema que iba dividir la Iglesia permanentemente, desde los principios. Los Judíos-Cristianos y los paganos bautizados en Cristo nunca iban a conocer comunión sin una resolución.
Hicieron un concilio en Jerusalén. Todos presentaban sus posiciones. Luego, los apóstoles consultaron al Espíritu Santo. Podemos ver los resultados en la carta que ellos mandaron a los cristianos, ex-paganos.
Primero, los apóstoles en Jerusalén mandaron saludos a sus nuevos hermanos en Cristo en la carta que mandaron a las Iglesias gentiles.
“Nosotros, los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos, saludamos a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia, convertidos del paganismo….”
Continuaban,
“El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias. A saber: que se abstengan de la fornicación y de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien’.”
Ellos salieron de un problema grave, que podía sofocar la nueva Iglesia. Pero ellos consultaban al Espíritu Santo y la Iglesia. Así, recibían la respuesta que les ayudaban a ser unidos y comulgar juntos en paz.
Imagínense si fuéramos a seguir este ejemplo y decir después de cualquier problema,
“El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido ….”