Debemos hablar con más frecuencia sobre un tema central a nuestra fe, el Pecado Original. Por tanto tenemos que volver a revisar el tema del pecado y la muerte.
Primero voy a comenzar con una imagen que todos podemos entender, nuestras vidas con los teléfonos celulares. Dependemos casi todos de nuestros celulares, ahora no solo para hablar, sino también texting, o buscando información, o música.
Pero, todos estos aparatos necesitan recargar las pilas. Si no las recarguemos, entonces los teléfonos mueren. No tienen vida propia, y nos quedamos desconectados, aparte, o sea, muertos a la vida de comunicación celular. Todos reconocemos que es necesario recargar las baterías diariamente. Si no los enchufamos, terminaran muertas.
Vamos a imaginar, que no queremos a la compañía de electricidad, y por enojo, u orgullo, o quizás por vergüenza decidimos que no vamos a enchufar nuestras celulares para darles vida, para funcionar. ¿Quién escogió la muerte para estas celulares? ¿La compañía de electricidad? ¿O nosotros?
Ahora, volvemos al tema del pecado original.
Recordamos al libro de Génesis en la Biblia. Allí, en los primeros tres capítulos de Génesis, encontramos la explicación de la Creación del mundo y de nuestros primeros padres, Adán y Eva.
Dios creo Adán y Eva sin pecado; todo fue creado puro, en amor, por el amor. Adán y Eva fueron creados en la imagen de Dios, hombre y mujer fueron creados en la imagen de Dios; para vivir con El eternamente.
Dios no hizo el pecado. Los primeros hombres no tenían pecado. Dios no hizo ningún hombre o mujer pecador. Nuestros primeros padres no fueron creados con pecado; pero si fueron creados totalmente libres de voluntad. La libre voluntad es necesaria para amar. Sin voluntad libre no somos capaces de amar, ni a Dios, ni a nadie.
Dios no creo la muerte. Adán y Eva no fueron creados para morir. Dios los creo para amar y vivir para la eternidad con El, viviendo como amigos, caminando y hablando con Dios en el Paraíso por la eternidad.
Nosotros hemos heredado todo lo que tenían nuestros primeros padres, Eva y Adán. Ellos fueron los primeros humanos. Nosotros somos humanos. Somos igual a ellos, porque ellos son nuestros primeros padres humanos. Todo lo que poseemos como humanos lo heredamos de ellos.
Repito, los primeros humanos Adán y Eva no fueron creados ni con pecado ni con la muerte, porque Dios no creo ni el pecado, ni la muerte. Todo lo hace Dios es bueno. El pecado y la muerte no existían en la creación de Dios.
Pero, algo malo sucedió en el jardín del Paraíso.
Nuestros primeros padres cometieron el primer pecado. Adán y Eva se hicieron rebeldes contra Dios. Decidieron, por puros celos a Dios desobedecer a Él y su mandato. Dios les permitió hacer cualquier cosa en el jardín. Solo decía no hacer una sola cosa: No comer de un árbol particular.
Eva y Adán decidieron hacer el crimen de desobedecer a su creador y su amigo. Fueron rebeldes. Ellos decidieron desconectarse de su Creador y fuente de vida, como que un celular quedara desconectado de la electricidad. Ellos escogieron la muerte, con la influencia del Diablo, la serpiente. Solo hay vida eterna en la presencia de Dios. No se puede tener vida eterna sin Dios.
Por su pecado y desobediencia a Dios ya no podían vivir en su presencia, por su propia decisión de ser rebeldes. Tenían que salir del Jardín, e ir lejos del Paraíso. Adán y Eva se hicieron mortales, sufrían la muerte, por su separación de Dios.
Por lo tanto, sus hijos también murieron. Sus hijos no podían vivir eternamente porque sus padres no poseían la vida eterna. Lo habían perdido la vida eterna para toda humanidad. Los padres no pueden dar a sus hijos algo que no tenían para darles. Nosotros heredamos de nuestros primeros padres la muerte. Dios no origino la muerte. Dios no origino el pecado. Ellos pecaban y murieron. Nuestros primeros padres originaron el pecado, y la muerte, por su crimen, por su libre decisión de ser rebeldes.
Eso se llama Pecado Original. No tenemos vida eterna porque nuestros primeros padres la perdieron. Y somos exactamente como ellos, después de su Caída. No hay vida eterna sin Dios. Él es la fuente de vida, toda vida, vida eterna. Somos incapaces de obtener la vida eterna por nosotros mismos. Como el teléfono celular y la fuente de electricidad, si no estamos en Dios, bien enchufados en El quedaremos muertos, como una piedra. Escoger vivir sin Dios es escoger la vida del mundo, vida mortal, pero la muerte eterna.
La historia de nuestra salvación cuenta que Dios siempre quería salvarnos desde la Caída de nuestros Primeros Padres. La Biblia está llena de invitaciones de Dios a nosotros volver con El.
Ahora Dios deseaba crear una nueva criatura, una mujer para llevar y dar a luz a su Hijo, Jesucristo. María fue creada sin Pecado Original. María decía, “Si” a Dios, no fue rebelde como la primera Eva. María es la nueva Eva, la Inmaculada, sin pecado original. María no iba morir, nunca. María fue concebida sin pecado. María no murió. El 15 de Agosto vamos a celebrar la Asunción de María, sin muerte, directamente al cielo con su hijo, Jesús.
Ahora, la Inmaculada, la nueva Eva, pudo concebir en su seno el Hijo de Dios, Jesús, quien es como nosotros en todas las cosas, menos el pecado. Jesús nació sin Pecado Original. Jesús es el nuevo Adán quien conquisto la muerte para darnos a nosotros la vida eterna.
Si entendemos bien el Pecado Original, podemos entender mejor los Sacramentos de la Iglesia que nos entregó Jesús. Los sacramentos de la Iglesia nos permiten vivir eternamente en el Reino de Dios. Por el Bautizo de Cristo nos limpia, nos quita el Pecado Original. Nuestro Bautizo nos hace como Adán y Eva antes de su desafío, antes de su insurrección como rebeldes. El Bautizo nos permite vivir eternamente en el Reino de Dios.
Si cometemos algún pecado después de nuestro bautismo, podemos volver limpios de pecado con la Confesión, el Sacramento de Reconciliación, a igual como el día de nuestro bautizo. Cuando estamos enfermos podemos recibir el Sacramento de Unción de los Enfermos, y también ser perdonados de cualquier pecado. Dios siempre tenía la intención redimirnos para vivir siempre con El, si no fuéramos desobedientes o rebeldes y que hacíamos su voluntad.
Finalmente, Dios vino al mundo en forma humana para darnos su propio cuerpo como comida para la vida eterna. Dijo Jesús a la gente,
“… mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”.
Ellos respondieron, como nosotros debemos responder,
“Señor, danos siempre de ese pan.”
Jesús, les contesto,
“Yo soy el pan de vida….”
Los quienes comen de El vivirán para siempre.
“Dichosos los invitados a la cena del Señor.”
Jn 6:24-35