Tengo un nieto, Gabriel. Hace unos años, poco antes de que yo era ordenado sacerdote, llegó el momento para Gabriel preparar para su Primera Comunión. El y yo estábamos hablando de su primera Confesión. Gabriel me comentó, “Abuelo, imagínate, ¡que tan bueno será cuando tu ya seas sacerdote y que yo pueda confesarme contigo.”
Yo no estaba preparado para esta conversación. Respondí yo a él, “Gabriel, yo quiero ser tu abuelo, no tu sacerdote. Será mejor si tu vas a confesar con otro sacerdote.”
Casi en el momento algo fabuloso ocurrió. Fue fabuloso, pero absolutamente normal. Mi yerno, el papá de Gabriel, entró a la sala donde estábamos hablando. El no había escuchado la conversación entre Gabriel y yo. John dijo a Gabriel, “Ven, hijo. Vámonos a la iglesia para Confesar.” Gabriel se levantó inmediatamente y siguió a su padre sin comentario.
¡Todo fue tan normal! El padre nada mas dijo, “¡Vámonos!” y el muchacho siguió a su padre a confesar. El hijo hizo algo bueno con su papá! Sin pelea, sin discusión. Fue como si había dicho, “Vámonos a la tienda”, como lo hacemos todos los días y los niños nos acompañan. Pero esta vez fueron no a hacer compras, sino confesar sus pecados.
Wow! La lección para mi fue, si quieren que su niño va al Sacramento de Reconciliación, simplemente tienen que ir Uds. y los niños siguen como si fueron a hacer compras. No hay catequesis mas sencillo en todo la iglesia. Uds. van. Ellos van con Uds. Uds. van con frecuencia. Ellos irían con frecuencia. No hay ninguna educación católica mas fácil o mas eficaz que hacer la confesión como familia.
Lo mas triste para mi es que con demasiada frecuencia encuentro adultos o adolescentes quienes no han hecho una confesión desde su primera confesión, o desde su confirmación. ¡Qué lástima! ¡Qué pena! ¡Qué dolor!
Pero no es que estos niños no se fueron a la confesión. Ellos no faltaban. Sus papás no fueron a confesar. Sus papás no fueron a misa. O sea, la catequesis del hogar faltaba ejemplo concreto, práctico.
Recién he concluido algo que es cierto. Los niños no falten a la misa. Nunca falte un niño a la misa. Es imposible que un niño falte la misa. Los niños no tienen las llaves del carro. ¿Quién falta a la misa? La misma persona que faltaba la confesión. Por favor, padres y madres, ¡no lleven a sus niños a la falta!
La iglesia nos enseña que debemos confesar al mínimo una vez al año. Yo me confieso con un sacerdote cada mes o cada dos meses. Pero nunca debemos dejar pasar un año sin confesar a un sacerdote.
De vez en cuando encuentro a quienes dicen, “¿Por qué tengo que confesar mis pecados a un hombre?” “¿Por qué no puedo confesar directamente a Dios?”
Dios bien sabe que nosotros necesitamos algo de contabilidad personal; que tenemos que ser responsable a nuestra comunidad uno al otro. Eso es la razón porque El mando su hijo único como un hombre entre nosotros. El vino a llamar a pecadores. Fue Jesús quien nos mandó a confesar nuestros pecados unos a otros, y fue El quien dio a la iglesia la autoridad de perdonar pecados. Jesús vino para perdonar nuestros pecados, a través de la iglesia.
Jesús nos dejó siete sacramentos con la iglesia. Cuatro de los sacramentos se tratan de perdón de pecados. El bautizo y la confesión nos dio para el perdón de los pecados. Pero también la Unción de los enfermos y la Eucaristía son dirigidos al perdón de los pecados. En la consagración de su sangre en la misa, Jesús dijo,
“Tomen y beban….
Porque este es el cáliz de mi sangre…
que será derramada por Uds. y para todos los hombres
para el perdón de los pecados…
Hagan esto….”
Cuando recibimos comunión también recibimos perdón, sobre todo para pecados no serios o graves.
Si todavía están experimentando dificultades con la pregunta, ¿Por qué confesar sus pecados a un sacerdote, debe ser suficiente recordar que el apóstol Santiago, en su carta en el Nuevo Testamento también nos dio instrucciones a confesar nuestros pecados en la iglesia. Dios dio la autoridad de perdonar pecados a su hijo, Jesús. Jesús dio la autoridad para perdonar pecados a los apóstoles y la iglesia. Jesús dijo a ellos,
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.
¿Porque confesar nuestros pecados a un sacerdote? Porque Nuestro Dios entendió muy bien que necesitamos ser contable por nuestras acciones a la iglesia, y no de depender a nosotros mismos. Es muy sencillo. Es sano. Eso es nuestra fe católica.
Es mas, no hay ninguna parte de la Biblia que nos dice confesar solamente en privado, directamente a Dios. Pero hay muchos comentarios en la Biblia donde nos dice confesar a Dios en la iglesia, a través de la iglesia, y como hacerlo.
El rey David, cuando fue llamado pecador por Dios, a través de su profeta Natán, no lo negó, sino David respondió,
“Soy culpable. Yo lo hice. Yo estaba equivocado.”
Natán lo respondió con las palabras de Dios,
“El Señor te ha perdonado de sus pecados.”
Así responda los Sacerdotes hoy en día cuando los pecadores confiesan en la Confesional.
“El Señor te ha perdonado de sus pecados.”
Pero, primero tenemos que decir al sacerdote, “Yo peque. Soy culpable.” Y luego tenemos que tener confianza que Jesús dio a su iglesia el poder y la autoridad para perdonar pecados.
En el evangelio hoy Jesús mando los setenta y dos discípulos a someter los demonios. Les dio poder sobre el malo y el pecado. Cuando regresaron estaban llenos de alegría por haber sometidos a los demonios y el pecado. Jesús les dijo,
“Les he dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.”
Así es su promesa a la iglesia. Somos mas poderoso que los demonios y el pecado. Pero, primero, tenemos los fieles que pedir perdón de Dios, a través de la iglesia. Y la iglesia por el sacerdote les va decir,
“… te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO.”
Confiesen. Vengan a la iglesia para confesar sus pecados al sacerdote. Y lleven a sus niños.
Lucas 20:1-12