Los principales países tienen constituciones. Las constituciones ayudan a los países a vivir en orden, en paz. El Reino de Dios también tiene una Constitución, es el Sermón de la Montaña.
Si vivimos según el Sermón de la Montaña de Jesús y las Bienaventuranzas, el mundo nos odiará. ¿Conoces a alguien que vive las Bienaventuranzas en su vida diaria?
Quien vive fielmente las Bienaventuranzas no será pasivo, sino activo. Aquellos que sean fieles a las Bienaventuranzas de Jesús se enfrentarán al mundo. Pregúntale a los Apóstoles y Mártires. Se negaron a seguir las religiones oficiales y las pautas del mundo.
El mundo intenta enseñarnos sus “valores evangélicos”, nos manda a comprometer nuestros valores. Si hay conflicto entre los valores del mundo y nuestras bienaventuranzas el mundo exige que seguimos los valores del mundo. Los encontramos ejemplos todo el tiempo, como mitos populares, dados como “sabiduría”. Necesitamos reconocer estos mitos y no dejar que se vuelvan equivalentes a las Bienaventuranzas. Por ejemplo, muchos creen que la Biblia enseña que “Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos”. Es una noción de la importancia de la autoayuda, a menudo utilizada para excusar a uno de la obligación de la caridad personal o el cuidado de los pobres. Esa frase no está en ninguna parte de la Sagrada Escritura. La frase se ha atribuido a Ben Franklin, pero se originó en la literatura pagana antigua. No es una enseñanza cristiana.
Otro ejemplo es la frase, «¿Por qué no podemos llevarnos bien todos?» Es como debemos ser pacificos, conformes a todo en el mundo, como fuera virtud. No hables sobre la injusticia. Solo guarda tus opiniones para ti mismo. Esa no es una enseñanza bíblica o cristiana. Nunca busquen compromiso entre Dios y el mundo, sino que debemos llevarnos en silencio, pacificos.
En la Carta del Nuevo Testamento de Santiago, el Apóstol enseña,
¡Infiel! ¿No sabéis que ser amante del mundo significa enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiera ser amante del mundo, se constituye enemigo de Dios.
No puede haber compromiso entre Dios y el mundo. Esta es nuestra fe cristiana. No podemos tenerlo en ambos sentidos. Si vamos a ser cristianos fieles, debemos aprender a vivir en el Reino de Dios. Las Bienaventuranzas son las reglas de Jesús para vivir en el Reino de Dios.
Ayer Sabado, en todo Estados Unidos, la Iglesia Católica marcha por la vida, contra el aborto y la eutanasia. En Austin, la Hermana Olga dirigió un grupo de nuestra parroquia en la Marcha por la Vida con nuestro Obispo y otros líderes Pro-Vida. Tenemos un ministerio Pro-Vida/Pro-Familia muy activo aquí en la Parroquia del Sagrado Corazón. Los manifestantes de hoy se encontraron con muchas personas que protestaban por nuestra posición y los valores que Jesús enseñó en las Bienaventuranzas,
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
La Iglesia habla por la misericordia para el niño no nacido en el seno de su madre … y por los miembros vulnerables de nuestra comunidad humana.
Viernes en la noche salieron videos terribles de una brutal golpiza policial a un hombre moreno. Fue feo. Ese hombre murió. La voz del mundo, en la prensa y la politica se hizo cargo de llamarlo un «evento racista» y de llamar a los manifestaciones violentes en todo el país. No fue un evento racista. Cualquiera que vio el video vio que los policías eran todos morenos, como la víctima. Parecía ser un abuso policial violento, pero no racista. No hubo personas blancas o anglos involucradas. Pero las voces en el mundo, incluidas muchas en la prensa, describen como violencia racista. La justicia, la verdad dice que no fue racista. Era violencia abusiva. Fue horrible y feo, pero no fue racista. ¿Cuál es nuestro papel?
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Somos llamados a la justicia. Estamos llamados a defender a los pobres. Estamos llamados a ser constructores de paz. Debemos tener cuidado cuando el mundo nos miente para doblegarnos con una narrativa equivocada, para imponernos sus agendas. Debemos ser mansos y aprender a confiar en el Señor, pero no dar la espalda a nuestros hermanos y hermanas en necesidad.
Estamos llamados a la humildad, la mansedumbre y a Confiar en Dios más que en nosotros mismos. Pero estamos llamados a tener hambre y sed de justicia porque seremos saciados. El nuestro es un papel activo, no pasivo, en el Reino de Dios.