Leemos del libro de 2 Reyes este fin de semana,
En aquellos días, llegó de Baal-Salisá un hombre que traía para el siervo de Dios, Eliseo, como primicias, veinte panes de cebada y grano tierno en espiga.
Este fue el diezmo de un hombre. La gente ya sabía la importancia de dar sus primeros frutos, o su primicia, a Dios. Le dio no de lo que sobraba en su bolsa al final de la semana o al final de la cosecha, sino su primera cosecha, antes de tomar algo por sí mismos. Este fuera el diezmo del 10% de su cosecha. Eso explica por qué solo se le dieron 20 panes a Eliseo, el profeta.
Luego el profeta Eliseo se los ofreció a cien hombres que lo siguieron. Sus sirvientes sabían que 20 panes no serían suficientes para 100 hombres. Pero Eliseo les dijo que lo dieran de todos modos. De esa manera, los 100 hombres recibieron lo mejor que tenía Eliseo, los primeros frutos de la cosecha. Pero Eliseo le pidió a Dios que bendiga los panes, y había pan suficiente para todos los presentes. Y hubo sobras para todos. La Iglesia, mil años después, llegó a comprender esta historia del Antiguo Testamento acerca de que Eliseo multiplicaba 20 panes por 100 hombres, como una historia preparatoria que Jesús superaría más tarde.
Jesús solo tenía cinco panes y dos pescados, pero tuvo que alimentar a 5,000 personas. Él bendijo lo que tenía y multiplicó los panes. Y había suficientes sobrantes para llenar 12 canastas. No hay límite para el amor y la generosidad de Dios para aquellos que confían en él. Experimentamos esto cada vez que recibimos la Sagrada Eucaristía. Su pan nos hace uno. Sus bendiciones son sin limites.
Dios nos ama mucho mas que sabemos. El quiere darnos muchas mas bendiciones y dones, sin limite. Nosotros tenemos la tendencia a limitar cuantas bendiciones recibimos de Dios. Lo limitamos en la forma que tratamos a Dios y los demás, y las condiciones que imponemos. Por ejemplo, “Dios Padre, dame esto, o aquella cosa.” Esto en lugar de pedir, como en el “Padre Nuestro”, diciendo “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Muchas veces estamos diciendo a Dios lo que nosotros esperamos de El, en lugar de que El nos quiere dar.
Es probable que El nos quiere dar muchísimo mas que pedimos, pero nos limitamos, pidiendo menos, quizás, algo que no realmente necesitamos.
Si queremos colaborar con Dios, podemos aprender la humildad con nuestro actitud de servir,
Honra al Señor con tu riqueza, con los primeros frutos de todos tus productos; Entonces sus graneros estarán llenos de abundancia con vino nuevo, sus cubas se desbordarán.
Prov 3:9-10
Dios nos va a bendecir lo que lo ofrecemos. Si ofrecemos poco, El va a bendecir poco.
No podemos dar mas que Dios, quien quiere darnos de su abundancia… hasta vida eterna.