Dijo Santiago,
Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos.
¿Cómo podemos evangelizar al mundo? Me hace pensar en un cuento de nuestro Diácono Willie. Cuando yo conocí al Diácono Willie hace mas de 25 años, yo estaba entrando a la formación para ser diácono. Willie fue un asistente en mis clases, apoyando a los nuevos candidatos.
Diácono Willie trabajo como Director del Centro Familiar de Nuestra Señora (Our Lady’s Family Center) que él fundó, y operó en Calle Sexto con la esquina Chacon. El Diácono hizo ministerio entre los muchachos pobres de las calles de Austin de aquel entonces, buscando ayudarles salir de las pandillas.
Estaba totalmente prohibido usar los colores de la pandillas en su centro. Un día un muchacho entró el centro corriendo y quitándole varias camisas de colores de pandillas locales. Diácono Willie lo miró y le grito, “Muchacho, aquí no entra colores de pandillas!” El muchacho le respondió, “Si, Diácono, perdóname, pero tenia que pasar por tres territorios de pandillas para llegar aquí hoy!” Había cambiado su camisa cada vez que paso por un territorio de pandilla.
Un día escuche una homilía del Diácono en el Catedral de St. Mary. El Diácono estaba explicando como él evaluaba al progreso de evangelización en los jóvenes quienes venían al Centro. Los muchachos y muchachas estaban organizados en grupos o círculos. El Diácono explicaba que uno de sus herramientas mas importante era un plato hondo, lleno con dulces, en cada circulo de muchachos.
Explicó que los muchachos pobres, quienes realmente no tenían nada, tenían la tendencia de llenar todos sus bolsas con dulces de aquel plato. Cada vez que venían, sobre llenaron sus bolsas con los dulces del diácono antes de escuchar el evangelio o lección del día.
El Diácono explicaba que poco a poco observó a estos niños progresando, madurando en su formación en la Fe. Comentó que fue obvio que un muchacho estaba siendo evangelizado, y creciendo progresando en la Fe. Este muchacho avanzando, comenzaba al llegar a ofrecer el plato de dulces a los demás muchachos de su círculo, y sólo tomó para sí mismo cuando todo los demás ya tenían suficiente. Comentó que al ver un paso de esta forma, sabía con confianza que el evangelio estaba creciendo en el muchacho.
El muchacho ya no estaba simplemente escuchando la palabra de Dios, sino también, estaba siendo cambiado en cuanto a aceptar el evangelio. Ya el muchacho había aceptado, y Diácono Willie podía observar que,
“… dócilmente la palabra que ha sido sembrada” en él.
Esta semana dos de nuestros jóvenes están escuchando y aceptando la palabra de Dios. Ayer entró Paola Mata en nuestro convento de las Discípulas de Jesús para iniciar su camino a seguir a Jesús en su vida. También, nuestro joven Porfirio Duarte comenzó el seminario para iniciar su formación como sacerdote para nuestra Diócesis. Nos reportan que el está muy feliz en su seminario. Así la palabra de Dios está creciendo entre nosotros. Y ellos no son los únicos. Muchos de Uds. están creciendo en la palabra de Dios, y haciendo cada vez mas la palabra de Dios vivo en nuestras vidas.
Es nuestro deber aprender y realizar en nuestras vidas la Palabra de Dios, incluyendo los Mandamientos. Ese modo de vivir tenemos que aprender e conformarnos si vamos a vivir eternamente con Dios en el Cielo. Mejor dicho, si no lo aprendemos, no vamos a vivir con El en el Cielo. Piensen bien. ¿Como es posible vivir con Dios no conociendo o practicando su voluntad? Tenemos que aprender sus mandamientos aquí, ahora en esta vida. Si nos conformamos hoy, aquí en esta vida, ya podríamos prepararnos para la vida eterna. Hoy debemos estar viviendo según sus Mandamientos. No vamos a tener otra oportunidad después de nuestra muerte.