En las semanas después de las elecciones nacionales, nuestra comunidad se ha experimentado miedo y angustia con cada reportaje de las noticias. Quiero repetir el mensaje que les he dicho antes, cálmense, muchachos. El mensaje de Jesús es, “Tranquilo”, y “No tengan miedo”, “Paz”. Como un padre, quiero tomarles in mis brazos y decirles, “Dejen sus angustias.” El demonio utiliza el miedo y la angustia para dividirnos y dominarnos. “No tengan miedo.” No pierden la paz.
Quiero utilizar una reflexión sobre el “Purgatorio”. “Purgatorio” no es ni infierno ni el cielo. Si llegamos al Purgatorio, es un éxito, porque allí nos vamos estar preparados en un amor intenso, Divino, como un fuego que nos prepara para vivir en el cielo, sin angustias.
Cuando morimos es posible que no estamos todavía preparados para entrar en el Cielo, en presencia de Dios, quien es “Amor”.
Un imagen que me llega del Purgatorio es como una madre o un padre calmando a su niño o niña, con abrazos, cariño y amor. Les invito a imaginar un niño cuando ya no puede controlarse. Si lo dice que “No”, hace un berrinche. Hemos todos experimentados a un niño de dos o tres anos, especialmente cuando esta angustiado, enojado y cansado, que comienza a llorar y gritar, y coge un berrinche.
¿Qué hace la madre o el padre? Agarren el niño o la niña y lo abraza con todo cariño hasta se calma el niño. Poco a poco se va su enojo y se calma en el amor y cariño y se controla. Después en este amor tan firme, tan insistente se calma, vuelve a controlarse y vive en este momento de cariño intenso en los brazos de su padre o de su madre.
Para mi es un excelente imagen para Purgatorio. En los brazos del Señor, no podemos resistir su amor. Comenzamos a reconocer el ridículo de nuestros pecados y rebeldías y angustias. Poco a poco rechazamos a nuestros pecados. Aceptamos Su Amor tan fuerte e insistente. Estamos purificados de todos nuestros pecados, salvados, restaurados en el Amor Divino. Es en el Purgatorio donde podemos revisar todo nuestra vida y todos nuestros pecados. Reconocemos todas las oportunidades que teníamos a amar y servir, o, al contrario, habíamos siempre insistido en nuestro egoísmo como un niño llevándose un berrinche. Pero, en este amor, podemos descubrir la misericordia de Dios, y decidir a reconocer humildemente a nuestra vergüenza, nuestra pobreza moral.
Nuestra vida espiritual consiste en madurar y aprender la voluntad de Dios y aceptarlo o rechazarlo en rebeldía. Cuando morimos, la Corte de Justicia va presentarse como un Amor increíble, misericordioso. La podemos rechazar como siempre es habito nuestro, o, humildes, escoger finalmente Su Amor Infinito y Su Voluntad. Si hemos vivido vida con el habito de servir solo a nosotros mismos y nuestros placeres, quedamos puede ser difícil escoger humildemente el Amor Divino. Nuestra madurez en este vida, consiste en aprender como vivir humildes, amando, sirviendo y controlando nuestro egoísmo, hijos amados con un Cariño Eterno.
La Iglesia es la puerta principal al Purgatorio y el Cielo. Los sacramentos de la Iglesia representan aquí en la tierra encuentros frecuentes con Jesucristo, quien murió para nuestra salvación.
Yo les he comentado, si quieren vivir eternamente en el Amor de Dios, ven a la Iglesia que fundo Jesús para nuestra salvación. No falten la Santa Misa, comulguen cada vez que pueden y, cuando caen de la bicicleta, vayan a confesarse para volver limpio de pecado. Eso es la vida de nuestra Iglesia.
Aquí en la parroquia del Sagrado Corazón, hacemos programas para prepararles para vivir en el cielo. Ofrecemos la vida sacramental con programas de formación. Tenemos muchos programas para vivir en comunidad cristiana, como retiros, catecismo, programas para la familia como el Movimiento Familiar, Boy Scouts, Girl Scouts, Cub Scouts. Ofrecemos educación Católica para nuestros niños. Ofrecemos Bodas Comunitarios para formar todos en el Sacramento de Matrimonio. Estamos siempre buscando ofrecerles todo lo requiere una comunidad en preparación para la vida eterna.
La comunidad parroquiano debe vivir aprendiendo a amarse y servir unos a otros en la Iglesia, madurando espiritualmente en imitación de Jesús. Así, juntos aprendemos a ser ejemplos a todos quienes encontramos, como dijo Jesús,
«Ustedes son la sal de la tierra…”
“Ustedes son la luz del mundo.”
Viven como la luz del mundo. Así construimos una comunidad de Dios, como explico Jesús,
No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
En comunidad, aquí en la parroquia debemos aprender como vivir en esta ciudad eterna, Cristianos servidores. No debemos escondernos, sino decir con madurez y amor, “¡Aquí estoy! Soy parroquiano! Pueden contar conmigo!”
No esconden esta luz de fe. No queden en la sombra, temblando en temor. Ayúdanos a calmar las angustias de este mundo. Como Jesús nos dijo,
“Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos».
Abrazen a su comunidad. Uds. son parroquianos, ciudadanos del Reino de Dios. Salgan de sus miedos, y proclamen cada vez con mas firmeza y madurez espiritual,
“¡Aquí estoy! Pueden contar conmigo!”