En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, ….
Nosotros acabamos de experimentar un ejemplo moderno de este Evangelio con la llegada de las hermanas, las Discípulas de Jesús. El Viernes, 1ª de julio, fue un día de alegría y celebración para nuestra comunidad.
Jesús dijo:
«La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.”
Nosotros rogábamos al dueño de la cosecha por mas trabajadores. Jesús escuchó, y las hermanas le oía a su llamada.
El dueño de la cosecha ha enviado más obreros para trabajar entre nosotros aquí en la viña. Estamos verdaderamente bendecidos.
Si ustedes han conocidos a nuestras nuevas trabajadores, las hermanas, ya conocen la alegría que ellas comparten. No es que nos hacia falta en la alegría, sino que hay poca alegría en el mundo que puede comparar con la alegría de una religiosa fiel, consagrada permanentemente a Jesús. Ellas estarán diciendo a nosotros, al igual que los misioneros enviados por Jesús,
‘Que la paz reine en esta casa’.
Ellas nos van decir a todos nosotros como Jesús instruyó a sus misioneros y discípulos, diciéndonos,
‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
Cuando nos dicen,
‘Que la paz reine en esta casa,’
Debemos estar abiertos a recibirlos y regocijarnos en su mensaje. Jesús dice:
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’.
El Convento ha sido totalmente renovado y amueblado, para recibir las hermanas, gracias a la generosidad de Uds. Las hermanas han ocupado el Convento, de forma permanente. Jesús dijo a sus primeros misioneros,
Quédense en esa casa.
Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario.
Las hermanas se quedarán y van a servir aquí, en nuestra parroquia. Esperamos que se quedaran siempre aquí con nosotros. Debemos continuar apoyándolas. Serán una luz de alegría y esperanza para todos nosotros, y para la Diócesis.
Jesús les dijo,
«Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo».
Vamos nosotros a rezar para que, recibiéndolas y colaborando con ellas, nuestros nombres y los de ellas serán escritos en el cielo.
Nuestra parroquia ha recibido una gran bendición. Nos van a decir y enseñar,
… sepan que el Reino de Dios está cerca’.
Ahora vamos a dar gracias a Dios con la Santa Misa.