Como católicos somos «Trinitarios».
Somos más Trinitarios de lo que probablemente nos damos cuenta. Basta con mirar la forma en que comenzamos la oración, «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.» En realidad, hacemos la señal de la Cruz de Jesús en la frente, el pecho y en los hombros, recordando las tres personas de Dios .
Cuando somos bautizados, lo hacemos exactamente en la manera en que Jesús nos enseñó en el último párrafo del ultimo capitulo del Evangelio de Mateo,
Vaya, pues, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado … «
De acuerdo con las instrucciones de Jesús, somos bautizados en la plenitud de Dios, toda la Santa Trinidad. Más tarde, en los Hechos de los Apóstoles, vemos que San Pablo descubre algunos que están bautizando con el bautismo de San Juan Bautista, o en el nombre de Jesús, y los bautizados no habían recibido el Espíritu Santo. Pablo les bautiza con la formula Trinitaria y ellos recibieron el Espíritu Santo. Se convirtieron en Trinitarios.
Hay otra dimensión a considerar como Trinitarios. Recordamos que Jesús es totalmente humano y totalmente Dios. Es un misterio que no podemos explicar, pero que podemos ser testigos de lo que vemos en la Biblia. Dios se hizo carne y se hizo humano en el vientre de la Virgen María. Cuando Jesús ascendió al Padre, una persona completamente humana, con un corazón humano, se reunió en la Santa Trinidad. Hay un ser humano en la Santa Trinidad, y él es Jesucristo, el hijo de María. El Corazón de Jesús es a la vez completamente humana y Divina en la Santa Trinidad.
Cuando tomamos en cuenta y comenzamos a entender más sobre el Sagrado Corazón de Jesús, se nos presenta dos caras de una moneda. Sin embargo, se tiende a considerar sólo una cara de la moneda.
No olvidemos que Jesús es totalmente humano, y Jesús es totalmente Dios, Divino. El corazón de Jesús también es totalmente humano y totalmente divino.
Tenemos la tendencia a enfocarnos solo en el lado Divino de su Sagrado Corazón, que el amor de Jesús por nosotros es el amor infinito de Dios. Él nos ama a pesar de nuestras debilidades y pecados, aun cuando lo ignoramos o damos las espaldas a El. Siempre está dispuesto a perdonarnos cuando lo buscamos con arrepentimiento sincero.
No obstante, la otra cara de la moneda es el corazón humano de Jesús, ya resucitado y ascendido al Padre. Jesús también experimenta el dolor de un corazón humano, al igual que experimentemos nosotros. Cuando estamos insultados, ignorados o apenas no nos hacen caso, nos duele. Lo mismo sucede con Jesús. Cuando nosotros hacemos algo especial para un amigo o un querido y no lo reconocen o no nos aprecian, nos duele, al igual que nuestra injusticia y la indiferencia causa dolor para Jesús. Las mismas cosas que nos hacen daño también dañan al Corazón de Jesús. Esta es el otro lado de la moneda que descubrimos en nuestra devoción a su Sagrado Corazón.
Si queremos crecer más cerca con Jesús, tenemos que comprender, también, lo que le causa dolor a El, al igual que hacemos cuando queremos crecer más cerca a otra persona que queremos. Tenemos que aprender a hacer reparación a El, al igual que hacemos reparación a nuestros queridos cuando los ofendemos. Si queremos crecer más cerca de Jesús, también tenemos que compartir el dolor y la falta de apreciación, las calumnias y los ataques que experimentaron en el principio, y aún experimenta en la actualidad. ¿Cómo debe El sentir cuando las personas buscan otras cosas como más importantes que El, y luego lo hacen caso; como cuando elegimos a faltar la Santa Misa, o no intente recibirlo en la Santa Comunión, después de que El dio su vida por nosotros, y nos invito a su banquete. O cuando cometemos un pecado que nos separa de él, pero se niegan a buscar la reconciliación en la Confesión. Estas cosas profundamente herían a Jesús. Es como si usted invita a un amigo a su casa para una cena, y aquel acepta su invitación, pero luego no se presenta. ¿No les duele a Uds.?
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos obliga a tratar de crecer en la comprensión de su corazón, tanto en su infinito amor por nosotros y el dolor que siente todos los días cuando lo ignoramos o permitimos que nuestro egoísmo cause que lo hacemos menos importante en nuestras vidas. Estas son los dos lados de la moneda que tenemos que tomar en cuenta cuando consideramos el Sagrado Corazón de Jesús.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos invita a entrar en una relación más profunda con él. Al orar y entrar más profundamente en esta relación, Santa Margarita María nos ensena que no solamente Su Corazón nos ama, sino que también que Su Corazón siente los mismos dolores que sentimos nosotros. Nuestra devoción al Sagrado Corazón debe reconocer el dolor en su corazón, así, y nos llevará a una relación más unida, mas profunda con Jesús, en la Santa Trinidad, con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.