Todos reconocemos este evangelio del Hijo Pródigo. Es una parábola que Jesús contaba para enseñar a los fariseos y escribas a abrir sus corazones y mentes. El hijo mayor representa los escribas y fariseos.
Según la parábola, el Hijo Prodigo derrocho la fortuna que el pidió de su padre. Lo gastaba en mujeres y fiestas en un país lejano. Luego, experimentó desastre económico, bancarrota y hambre. El hijo se puso a reflexionar y se dijo:
‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
Esta reflexión lo entendemos como “conversión”. Es conversión de corazón y actitud. Eso se conoce como arrepentirse. Después de una conversión tan profunda, es muy difícil a volver a como antes. El hijo menor se arrepintió, y descubrió la humildad, en lugar de la arrogancia que se lo llevó a su ruina. El hijo aprendió apreciar lo que le había compartido su padre, y la justicia y generosidad de su padre.
Ahora, vamos a examinar al hijo mayor. El hijo mayor no tenia generosidad. El hijo mayor guardaba su rencor contra su hermano y su padre. El hijo mayor faltaba amor para ellos.
Aunque el hijo mayor experimentó la generosidad de su padre todos los días de su vida y no faltaba nada. Nunca había dado gracias a su padre. Su rencor se nota con sus palabras a su padre, cuando decía,
… tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos!
Pero, el hijo nunca sufrió hambre, y tenía todo lo que él necesitaba para vivir bien. Sin embargo, no podía darle gracias a su padre.
Durante el mes pasado, hemos estado hablando de la generosidad de Dios, y nuestra responsabilidad de reconocerlo con gratitud y alabanzas. Para muchos, decir “gracias” a Dios es difícil. También es difícil compartir sus bienes. Eso es el punto de la espiritualidad del diezmo, una señal de nuestra gratitud por todo lo que tenemos. Cuando aprendemos decir a Dios y a nuestra comunidad de fe, “Pueden contar conmigo”, es una señal de nuestra conversión y madurez espiritual. Al contrario, podemos encontrarnos como el hijo mayor, faltando gratitud, egoístas. Con la práctica fiel del diezmo, encontramos un herramienta fuerte que nos ayuda arrepentirnos y madurar, con conversión del corazón hacia Dios y los demás. La persona quien ha aprendido a compartir y ser generoso es mas maduro espiritualmente que el que no lo hace. Con la disciplina de la generosidad, aprendemos a dominar nuestras tentaciones, y reconciliarnos con Dios y los demás.
En Cuaresma, buscamos la conversión otra vez. No experimentamos conversión una sola vez, sino con frecuencia en nuestras vidas.
Cuaresma nos hace acordar que debemos examinarnos, arrepentirnos y confesar nuestros pecados, como lo hizo el Hijo Pródigo. El miércoles pasado, experimentamos al servicio Cuaresmal de Reconciliación. Venían mucha gente para confesar. Quizás se presentaba la asistencia mas grande en la historia de la parroquia para confesión. ¡Gracias a Dios! Corríamos a muchos pecados y libramos a muchos pecadores de los demonios.
Les invitamos a todos los parroquianos a confesar durante Cuaresma, y antes de la Pascua. Si no se han confesado en mas de un año, como nos enseña la Iglesia, dejen de comulgar. Es un señal que Ud. necesita a pasar tiempo examinando su alma y confesarse. ¿Tiene Ud. un corazón duro como el hijo mayor? Pide de Dios el don de conversión como el Hijo Proódigo.
Escucha otra vez al mensaje de San Pablo en la primera lectura. Escucha como el enseñaba sobre el Sacramento de Confesión o Reconciliación. Dice San Pablo,
… Dios … nos reconcilió consigo por medio de Cristo y … nos confirió el ministerio de la reconciliación. Porque, efectivamente, en Cristo, Dios reconcilió al mundo consigo y renunció a tomar en cuenta los pecados de los hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación.., y … es como si Dios mismo los exhortara a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios.
Esto es nuestro mensaje hoy: ¡Arrepiéntanse! En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dio