En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”.
Eso fue un acto de fe en Jesús del parte del leproso.
En la primera lectura oímos como Moisés mando a los Judíos tratar al leproso. La lepra es muy contagiosa y causa a una persona no solamente sufrir de su enfermedad, sino, también, sufrir exilio y separación de su comunidad y de su familia. Quizás fue mas dolorosa la separación que la enfermedad. Y, solo el sacerdote judío fue capaz de mandar el leproso al exilio por ley de Moisés; y solo el sacerdote tenia la capacidad oficial de restaurar un leproso curado otra vez a su comunidad y familia.
Lo que estaba pidiendo el leproso de Jesús no fue solamente ser curado, sino, restauración a su comunidad y a su familia.
Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Ahora, no fue suficiente solo la purificación, sino que el hombre profundamente necesitaba ser restaurado a su comunidad. Por eso dijo Jesús,
“No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.
Nadie hubiera creído al hombre por su propia palabra, porque solo el sacerdote Judío podía declarar a uno purificado de la lepra. Para la seguridad de la comunidad, ningún leproso podía declararse limpio a si mismo, sino solamente el sacerdote.
La restauración completa requería que la comunidad aceptara nuevamente al hombre, y el hombre a su comunidad con todo sus compromisos, incluyendo sus contribuciones a la comunidad. Dijo Jesús,
“… ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.
Ahora, ¿que fue la deuda del hombre sanado de su lepra a Jesús? Su vida fue restaurado. ¿Cuanto hubieran Uds. pagado por su restauración?
Vamos a examinar si nosotros tenemos una deuda con Jesús y su Iglesia, nuestra comunidad de fe.
Se acuerden que todos estábamos condenado a la muerte eterna. Por acción de Jesús y El Espíritu Santo en nuestro bautismo hemos sido restaurado al reino del cielo para vivir eternamente en comunidad con Nuestro Dios. Todos hemos recibido gratis. Todo lo que tenemos viene de Dios.
¿Que es nuestra deuda por ser purificado? Dijo Jesús,
“… ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.
Lo proscrito por los fieles a Dios en nuestra tradición ha sido solo el diezmo, o sea, diez por ciento de nuestros ingresos.
Hoy quisiera hablar con Uds. con respecto a la generosidad y el diezmo. A través de los anos me he convencido de que la generosidad y el diezmo son críticos para entender nuestra relación con Jesucristo y su Iglesia. Si no estoy dando mi diezmo es porque me falta confianza en Dios, me falta agradecimiento por sus bendiciones, me falta generosidad, y por tanto soy inmaduro en mi fe. Soy un ingrato si no comparto lo mío.
Es como un joven. Ustedes han observado que normalmente, el joven quiere recibir, no contribuir o ser generoso. El joven comienza ser generoso, anticipando las necesidades de otros. Así maduran los jóvenes.
Es mas. Se me hace que nuestro diezmo personal es un espejo bien claro reflejando nuestra madurez espiritual. Escuchamos a San Pablo decir,
“Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño; pero cuando llegue a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño.”
Si yo no participo en la vida de la iglesia, quedo niño en mi espiritualidad.
Como católico convertido a la iglesia cuando yo era joven, llegue a creer fuertemente en Dios y enamorado con su iglesia. Sin embargo, la historia de mi diezmo quizás es la reflexión mas correcta de mi propia madurez espiritual.
Como joven adulto católico fue un paso notable para mi cambiar de contribuir monedas de bolsa a la colecta hasta contribuir billetes, como de $5 o $10 dólares. Por supuesto yo no tenia mucha plata, pero aquel cambio significo un crecimiento en mi generosidad y mi madurez espiritual.
Uds. saben que yo soy viudo, casado con mi señora unos con seis hijos. El diezmo no fue asunto fácil para nosotros y no estábamos siempre de acuerdo como pareja. Normalmente los recién casados son todavía inmaduros, y maduren juntos, especialmente con el tema de dinero. Teníamos que crecer en este aspecto de nuestro matrimonio, llegando a un acuerdo mutuo con respecto a nuestro diezmo. Fue un paso grande para nosotros llegar a dar el 5% de nuestros ingresos mensuales. Ahora bien, 5% no es ningún diezmo, pero el momento significo un paso mas maduro para nosotros como maridos cristianos.
Todavía teníamos muchas preocupaciones con respecto al dinero y gastos. Pero estábamos madurando y progresando en nuestra confianza en el amor de Dios. Cuando por fin llegábamos a entregar regularmente el 10% de nuestras ganancias como un diezmo verdadero, comenzábamos entender la importancia del diezmo en nuestras vidas. Las bendiciones de Dios seguían llegando a nosotros como familia. Estábamos benditos. Hoy en día sigo dando mi diezmo completo y mas. Puedo constar que el diezmo me ha ayudado crecer espiritualmente y ser libre de mi codicia.
Como pareja aprendíamos la importancia de planear el diezmo, hasta poner la plata cada semana en sobres. El diezmo no toma vacaciones. Los humanos tomamos vacaciones, pero los gastos y necesidades de la iglesia y la comunidad no toman vacaciones. Mi sobre tiene que llegar cada semana. Y después de mi muerte, quiero asegurar que mi iglesia recibe 10% de mi herencia. Mi familia pueden tener el resto. Señores, cuando van de vacación, no pagan su vacación robando de su diezmo, sino manda su sobre a la iglesia. Eso es maduro.
Como pareja nosotros llegábamos a entender que la codicia es una forma de esclavitud espiritual. Dejábamos de ser esclavos a nuestros bienes y nuestra codicia. ¿Han notado Uds. como la codicia les ponen presos?
Rezan para esta libertad en el Cuaresma rezan con sacrificios, el ayuno y la limosna y pidan su libertad de los bienes y la codicia. ¿Cuanto vale su oración y su alabanza si no son también generosos?
Todos tenemos la responsabilidad de contribuir hasta 10%, y no debemos considerarnos “generosos” hasta que pasamos el renglón de 10%.
En la biblia Dios dio entender que todos debemos contribuir los primeros frutos, no simplemente lo que sobra después de nuestras necesidades. Una forma de planear nuestro diezmo será prometer cada semana por lo menos lo que ganamos la primera hora de nuestro trabajo, como gracias a Dios por su bendición de trabajo.
Jesús decía,
“Evitan con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son las posesiones las que le dan vida.” (Lucas 12:15)
“Busquen mas bien el Reino …..”
Y,
Porque donde esta tu tesoro, allí estará también tu Corazón.” (Lucas 12:31-34)