Un poco mas de un año atrás iniciamos una serie de homilías examinando los Siete Pecados Capitales, y ya hemos revisado seis de ellos: El pecado de la Ira, la Avaricia, la Envidia, la Gula, la Pereza y la Lujuria (Los pueden leer o escuchar el audio de estas homilías con su celular o computadora en el sitio Web de la parroquia) Nos falten una más de los Pecados Capitales para terminar: El Orgullo o la Soberbia. Una razón por el retraso es que es el pecado de la soberbia es el mas difícil para me, y me cuesta mucho trabajo salir de ello. Dominar la soberbia requiere un combate continuo con mi egoísmo.
La iglesia ha contemplado los Pecados Capitales desde los tiempos de Jesús y los apóstoles.
El pecado, en términos sencillos, no es nada mas que un acto malo. La virtud es un acto bueno. El pecado es un acto contra el amor y contra Dios. El pecado es siempre una decisión personal que nos separe de nuestro Dios. Todo pecado es serio, pero hay pecados mas serios que otros, los Capitales, y las Mortales, que nos matan eternamente. Podemos arrepentir y pedir perdón en el confesionario, pero es serio y tenemos que confesar y pedir perdón.
Recuerden Uds., no hay vida eterna aparte de nuestro Dios. Solo hay vida eterna con Dios. Solo Dios es eterno. El pecado mortal nos separa de nuestro destino: El cielo y nuestra salvación con Dios. Así perdemos la Vida Eterna. Somos siempre libres de escoger o no escoger virtudes, o estos pecados según las decisiones y actividades diarias que todos hacemos.
Cuando hablamos de la Soberbia, nos referimos al pecado que es la madre de todos los demás pecados. Nos dice la Biblia que la soberbia fue el primer pecado, cometido por Satanás. Satanás quería ser mas poderoso que Dios.
La soberbia es poderosa. Cada vez que decidimos a favor de nosotros mismos, egoistica mente, podemos observar nuestra soberbia. Es el pecado que cometieron Adán y Eva por desobediencia y rebeldía. El juicio de Dios sobre el pecado de soberbia es castigarlo mas severamente que ningún otro pecado. Satanás tenia la oportunidad de preferir a Dios, pero, al rechazarlo, perdió a Dios para siempre. Adán y Eva fueron privados totalmente de la presencia de Dios, y su Vida Eterna por su rebeldía y desobediencia. San Gregorio dice de la soberbia que es la reina de los vicios que conquista el corazón del hombre y le entrega a los Pecados Capitales.
Con la soberbia actuamos completamente independientes de Dios. Nos preferimos a nosotros mismos en lugar de Dios o cualquier otra persona. La soberbia demuestra nuestra ególatra, y nos hace ciegos moralmente. Vamos a examinar unos ejemplos de cómo experimentemos la soberbia en nuestra comunidad y como identificar el pecado:
• Cuando la persona decide que no tiene que venir a Misa los domingos, ¿no es por soberbia, en su preferencia personal en contra a lo voluntad de Dios? Ellos ensenan también a sus hijos el pecado de soberbia, porque ensenan a preferir a si mismo sobre Dios.
• Soberbia de mente es cuando nos decimos, “Yo lo se todo.” Soberbia de inteligencia es que uno es mas inteligente que otros. ¡Que ceguera!
• Soberbia de superioridad o de autoridad. Lo vemos mucho cuando, por ejemplo los muchachos burlan de sus maestros o de la policía o cualquier autoridad.
• Cuando el marido siempre deja sola a su pareja con los niños y no la ayuda, ¿no es la soberbia? Demuestra mucho madurez e egoísmo. El machismo es soberbia pura. O cuando el hombre llega de su trabajo y toma cerveza para escapar sus responsabilidades a la familia, su pareja y sus niños, eso si es soberbia.
• Soberbia de ambición es cuando buscamos honores encima a los demás, a buscar puestos de honor, alabanzas o reconocimientos, al costo de los demás pero en nuestro favor.
• Soberbia de sensibilidad se manifiesta en personas súper sensitivas. Guarden rencores y sospechan a todos. Ellos son fácilmente heridos.
• Soberbia de vanidad es cuando necesitamos ser el centro de la atención de los demás. También, estas personas dicen, “Es mi cuerpo!” y “¿No puedo hacer con ello lo que quiero, porque es mi cuerpo.” Por ejemplo, mucho piel expuesta, tatooines, o anillos en la oreja o la lengua o los labios o el nariz. O, el sexo libre, fuera de matrimonio, o el aborto. “Es mi cuerpo, y puedo hacer lo que quiero!” Escucha a San Pablo otra vez decir,
El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él. Huyan, por lo tanto, de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo.
¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo.
La soberbia dice, “Es mi cuerpo”. La fe nos enseña que nuestro cuerpo es el templo de Espíritu Santo.
Si quieren saber como andas con Dios, miren en el espejo si no quieren venir a Misa, o que tu quieres decidir con su cuerpo y no Dios, o que si tu eres mas capaz o superior a otra persona, o que mereces mas que tu próximo. Si tienen alguna dificultad con estas cosas, bueno, es que tienen problemas con la soberbia. Ojo! Ten mucho cuidado. Puede perderse la vida, la vida eterna.
Hay remedios. Los remedios requieren que nos ensenemos la humildad. Parece una contradicción, pero el hombre humilde se da cuenta que es soberbio y seriamente se esfuerza en superar las manifestaciones de la soberbia en su vida. Requiere una examinación madura y continua en su vida espiritual. El ejemplo de la humildad del Señor nos sirve de gran valor. También las vidas de los santos nos dan buenos ejemplos. En la primera lectura observamos al joven Samuel aprendiendo a reconocer la presencia de Dios en su vida y a responderlo, diciendo, “Habla, Señor. Su siervo esta escuchando.” O decir, “Aquí estoy, Señor. Vengo a hacer su voluntad.”
Si no puede decir, “Vengo a hacer su voluntad” a su Dios, entonces probablemente es esclavo de tu propio ego y la soberbia.