Un Católico hablo a un amigo Protestante en el principio del mes de Enero, “¡Feliz Navidad!” El Protestante respondió, “¿Qué? Estas equivocado! Ya la Navidad ya paso, mano!” El Católico sabia que la temporada de la Navidad es de dos semanas, doce días, y que el primer día de la temporada es el 25 de Diciembre.
El problema es que los Protestantes y seglares han perdido su tradición y concepto de la Navidad. Fue un gran evento cuando Dios nació como bebe humano en Belén, revelándose a María y José. Fue Dios, hijo de Dios. Pero el nacimiento fue solamente el inicio de la revelación de Dios.
Luego, el Niño Jesús fue revelado a los Judíos, ocho días después de su nacimiento. Eso lo celebramos el primer día de Enero. Y hoy, la Solemnidad de Epifanía, el Nino fue revelado al mundo, a los no Judíos, a los paganos, cuando llegaban los Tres Reyes. La temporada de la Navidad, abarca todos los doce días, desde la revelación de Cristo al mundo cuando nació el Nino Jesús, revelándose primero a María y José, y luego a los Judíos en el Templo y a los profetas Simeón y Ana, y hoy al mundo entero con la visita de los Tres Reyes. Toda la temporada de la Navidad se trata de las revelaciones de Dios al mundo.
¿Porque fue tan grande el evento de doce días con los tres episodios?
Isaías observo unos siete siglos antes de Cristo,
Mira: las tinieblas cubren la tierra
y espesa niebla envuelve a los pueblos ….
Estaba comentando que el mundo, todos los hombres, Vivian esclavos a la muerte, bajo una “espesa niebla”. No sabían nadie de Cristo. La esperanza que ellos conocieron en sus vidas no era la misma esperanza que nosotros conocemos hoy, dos mil anos después del Nacimiento de Jesús en Belén.
A través del pecado entro la muerte en el mundo. Dios no hizo ni el pecado ni la muerte. El pecado no es natural. La muerte no es natural. No fueron hechos por Dios, sino por la rebeldía del hombre como consecuencia de su rebeldía a Dios. El pecado y la muerte no estaban presentes naturalmente en nuestros primeros padres, el primer hombre y mujer, Adán e Eva. Dios hizo el hombre en su apariencia y semejanza, y libres, y sin pecado, naturalmente. Pero ellos se hicieron rebeldes a Dios y por eso perdieron la vida eterna por su pecado. Esto es el Pecado Original que en nosotros se quita por nuestro Bautismo.
Jesús es el primer hombre nuevo y natural, como el primer hombre perfecto hecho por Dios, Adán, hecho sin pecado. Jesús es el nuevo Adán, hombre como nosotros, pero sin pecado. Jesús es el primer hombre nuevo. María, su madre es la nueva Eva, también hombre sin pecado, la nueva Eva, sin pecado. Ella es la primera mujer nueva, sin pecado como era Eva antes de su rebeldía.
Podemos concluir que Jesús es el hombre que fue el “sueno” de Dios, hombre completo, la versión del hombre mas natural y perfecto. Y, muy importante, que El venia a ofrecer a nosotros esta inmortalidad, compartiendo con nosotros su divinidad y la vida eterna. Así nos haría también “Hombres Nuevos”, creaciones nuevas. Totalmente nuevos con nuestro bautismo.
Así estaba profetizando Isaías, diciendo,
Mira: las tinieblas cubren la tierra
y espesa niebla envuelve a los pueblos;
pero sobre ti resplandece el Señor
y en ti se manifiesta su gloria.
Caminarán los pueblos a tu luz
y los reyes, al resplandor de tu aurora.
Caminaremos no en tinieblas, sino en la luz de vida nueva, eterna, divina. Así nació la esperanza del mundo.
Como resultado de las tinieblas y falta de esperanza antes de Cristo, el mundo fue dividido en diferentes pueblos aislados como naciones con sus reyes y diferentes religiones inútiles.
Fue muy importante para la raza humana sobresalir estas divisiones con una sola fe e esperanza. Eso fue la importancia de este día, la Solemnidad de la Epifanía del Señor.
Miren otra vez a los Tres Reyes. No fueron ni Cristianos ni Judíos, sino paganos, “Magos” del oriente, de Persia, o hoy Irán. Vivian también en tinieblas hasta que observaron la estrella, la luz de Cristo. Ellos no podían resistir aquella viaje, con sus dificultades y peligros. Los tres viajaban a Jerusalén y a Belén. Estaban bajo el cuidado de los Ángeles de Dios, quienes les advirtieron no volver a Herodes en Jerusalén.
Cuando vieron al niño Jesús lo adoraron, y hicieron el señal que este niño vino de Dios para todas las naciones, no solamente para los Judíos. Lo llamamos “Epifanía” porque así Cristo fue revelado a todo el mundo. Con la Epifanía nosotros reafirmamos que no vivimos en tinieblas, sino con esperanza en la luz de Cristo.
Nos hace reconocer la importancia de seguir viviendo la Vida Sacramental de la Iglesia que El fundo, para permitirnos seguir en la vida de Gracia de Dios:
- Obedientes a sus Mandamientos
- No faltando la Santa Misa
- Comulgando cada vez que podemos
- Y, cuando caemos de la bicicleta, confesamos nuestros pecados para volver a la Vida Sacramental que El nos dejo para nuestra salvación.
Así vivimos con El, en preparación para vivir siempre con El.